La verdad es una propiedad que sólo tienen algunas oraciones o discursos. No todo lo que escribimos y hablamos es verdadero aunque la gente lo crea o el hablante mismo esté convencido. Muchas cosas son evidentemente falsas; pero de entre todo lo que decimos y hablamos, hay maneras de hablar y de escribir que pueden resultar convincentes, aunque sean falsas. Algunas de estas formas del discurso se pueden identificar como vicios del lenguaje. En esta unidad los sustentantes conocerán algunos de estos vicios llamados falacias, con el fin de que puedan prevenir ser engañados por este tipo de formas discursivas.
Cuando expresamos nuestras elaboraciones racionales, es decir, cuando argumentamos, seguimos las normas de corrección que la lógica nos proporciona, de otra manera no podríamos comunicarnos racionalmente, entender el orden de la realidad o tener conocimientos científicos explicativos válidos para todos.
Al argumentar hacemos evidente el lazo necesario que en una relación de consecuencia se establece entre las premisas y la conclusión. Se cometen errores en la argumentación cuando falta o falla esta relación.
Sabemos que distintos individuos, partiendo de los mismos datos o premisas, pueden llegar a conclusiones diferentes; o bien que, no obstante las reglas de la lógica, -o a pesar de ellas-, cometemos errores en la estructuración de nuestros razonamientos.
¿Por qué hay errores en la argumentación? Algunas causas son las siguientes:
a) La falta de desarrollo de habilidades lógicas aplicadas en el diálogo racional, el debate razonado o la discusión crítica;
b) La falta de conocimiento y habilidad para detectar la inconsistencia en el lazo necesario de implicación entre las premisas y la conclusión en nuestros razonamientos;
c) El mal uso o abuso del lenguaje en sus términos o proposiciones estructurantes de premisas y conclusiones;
d) La influencia del contexto o circunstancia en que se desarrolla nuestro argumentar;
e) Las limitaciones o condicionantes personales que interfieren en nuestros razonamientos, como prejuicios, emociones, etc.
Algunos de los errores en la argumentación más usuales, consisten en expresar argumentos que parecen buenos argumentos pero que no lo son. Vale decir, que parecen válidos pero resultan inválidos, porque es posible que sus premisas sean verdaderas y su conclusión sea falsa. Asimismo, en ocasiones creemos haber hecho un razonamiento correcto, pero bajo un análisis lógico resulta incorrecto, porque la conclusión no tiene una relación de consecuencia con las premisas que supuestamente le dan base.
Se denominan falacias a este tipo de argumentos en donde no hay relación de consecuencia y por lo tanto las premisas no implican la conclusión o la conclusión no se deriva pertinentemente de las premisas. Siendo argumentos incorrectos e inválidos, las falacias nos sorprenden y persuaden porque parecen argumentaciones válidas y correctas.
Copi y Cohen, por ejemplo, reservan el nombre de falacia a los "argumentos que, aún cuando sean incorrectos resultan persuasivos de manera psicológica." Así pues, uno de los aspectos importantes de las falacias consiste en su poder persuasivo, -sea que nos "parezcan" verdaderas por las influencias del contexto, el mal uso del lenguaje o el mover nuestros prejuicios, pasiones o emociones-, lo cual hace que las aceptemos como válidas o correctas, aún cuando no lo sean. La apariencia de validez se debe a que las falacias presentan un esquema de premisas y conclusión.
De acuerdo con éstos autores existen dos grupos de falacias: las formales, en donde se ubican las de Afirmación del consecuente y Negación del antecedente; y las informales. Aquí nos ocuparemos de éstas últimas por ser las más usuales.
Las falacias informales se dividen en falacias de atinencia y de ambigüedad.
Las falacias de atinencia son aquellas cuya incorrección o invalidez está en que la conexión entre las premisas y conclusión no es lógicamente adecuada, no es pertinente, y la conclusión no se sigue o infiere de las premisas. Al fallar ese aspecto se constituye en un error del razonamiento y, por lo tanto, de la argumentación.
Por su parte, las falacias de ambigüedad se cometen por un mal uso o abuso del lenguaje, particularmente de algunos términos que constituyen las proposiciones dentro del argumento, tanto en las premisas como en la conclusión. La falta de claridad en el lenguaje es lo que les vale el nombre de falacias de ambigüedad.
Tenemos así que las falacias informales se dividen en falacias de atinencia y ambigüedad. Las falacias de atinencia son: Ad hominem, Ad verecundiam, Ad populum, Ad baculum, Ad misericordiam, Ad ignorantiam, post hoc ergo propter hoc, Accidente (Dicto Simpliciter), Causa falsa, Petición de principio (petitio principii), Conclusión irrelevante (ignoratio elenchi), entre otras. Las falacias de ambigüedad son: Equívoco, Anfibología, Énfasis o acento, Composición, División, entre otras.
En lo que sigue, veremos en qué consisten algunas de ellas.
Post hoc ergo propter hoc Lo que, en latín, no es más que (después de algo, por tanto, a consecuencia de ese algo)
Un autor comete esta falacia cuando asume que, dado que un acontecimiento sucede a otro, aquél fue causado por éste.
Ejemplos:
La inmigración de Ontario a Alberta aumentó. Poco después el gasto en ayuda social también aumentó. Por lo tanto, el aumento en la inmigración causó el aumento en la ayuda social.
Tomé una pastilla de No-Estornude-Más, y dos días después mi resfriado desapareció.
Falacia ad hominem (contra la persona)
La argumentación falaz ad hominem resulta de pretender convencer o persuadir de la falsedad de la conclusión del otro y de su argumentación, atacando a la persona portadora del argumento (por su forma de ser, de pensar o vestir) más que al argumento mismo. Por ejemplo:
Las demandas de los grupos étnicos en el discurso zapatista expresado por el Delegado Cero (Subcomandante Marcos) son falsas; quien se esconde tras una capucha y no da la cara debe tener un pasado que no le conviene sea conocido. ¡Ni siquiera es indígena!
Falacia ad verecundiam (por autoridad)
Esta falacia se caracteriza por tratar de fundamentar una conclusión sobre la autoridad, fama, reconocimiento o calidad de experto que alguien pueda tener en algún área o campo, en lugar de ofrecer razones. Por ejemplo:
Respecto a mis conclusiones no puedo estar equivocado. Si así fuera ya podemos ir quitando de la historia de la ciencia los aportes de Heisenberg, Einstein y Hawking
Falacia ad baculum (por la fuerza)
En esta forma falaz de argumentación en vez de brindar razones que sirvan de premisas a la conclusión, se intercambian por amenazas o por apelación a la fuerza, con el fin de sostener (imponer) una posición. Por ejemplo:
Nuestra posición ante los recientes conflictos que se viven en la ciudad es la siguiente: "Somos respetuosos del derecho que tienen los ciudadanos de expresarse libremente; pero igualmente del respeto al orden de Estado de derecho. No nos temblará la mano para defenderlo".
Falacia ad populum (por el pueblo)
Se incurre en esta falacia para lograr que se acepte una conclusión apelando a las emociones del pueblo o de la mayoría, quienes independientemente de las razones aducidas (o sin ellas) se persuaden de aceptarla. Por ejemplo:
"Expropiamos la industria petrolera como un acto patriótico que apoya todo el pueblo venezolano y que ya reclamaba de antaño."
Falacia ad misericordiam (por piedad)
Se comete esta falacia cuando al argumentar utilizamos todo tipo de marrullerías que muevan el consentimiento del otro a aceptar nuestra conclusión, más que por razones, "tocando" su sensibilidad y piedad. Por ejemplo:
¡Ayúdeme! Soy sordomudo. Solicito su cooperación voluntaria. Los sordomudos también somos personas y merecemos respeto. Su ayuda me permitirá dar de comer a mis hijos. ¡Que Dios lo bendiga. Por su cooperación, muchas gracias!
Falacia ad ignorantiam (por ignorancia)
En esta falacia se pretende sostener la conclusión como válida únicamente porque no hay prueba o premisas que nos indiquen lo contrario (se desconocen o ignoran); y viceversa, es decir, también se podría utilizar para sostener que algo es inválido por no haber pruebas o premisas que indiquen lo contrario. Por ejemplo:
Nuestros enemigos no han podido demostrar que en el FOBAPROA y el PEMEXGATE haya habido mal uso de los recursos con que contaban esos organismos; por tanto, es mentira que haya habido corrupción.
Accidente (Dicto Simpliciter)
La argumentación por accidente constituye una falacia en la cual se aplica indiscriminadamente un principio, regla o enunciado general, pasando por alto las condiciones bajo las cuales es aplicable. Vale decir que se aplica una regla general a casos particulares sin considerar la variación circunstancial en que se desarrollan. Por ejemplo:
Debes decir siempre la verdad. Entonces, no mientas cuando alguien te pida un dato confidencial.
Accidente inverso
En la falacia de accidente inverso se aplica a todos los casos lo que corresponde sólo a casos específicos o particulares; de unos cuantos elementos, datos o premisas se concluye incorrectamente su aplicación a todos. Por ejemplo:
Algunos alumnos que sacaron diez en el examen, copiaron; por lo tanto, a todos los que sacaron diez, y les anulo el examen.
Causa Falsa
En esta argumentación falaz se concluye que algo ha ocurrido por la presencia de ciertos hechos o premisas que se dieron cuando sucedió lo que se sostiene o indirectamente después. Es decir, se toma como causa, antecedente o premisa de algún efecto o conclusión, elementos sólo relacionados paralelamente, pero no directamente. Por ejemplo:
En el desarrollo de la Revolución Mexicana existían diversas ideas de un grupo llamado el Ateneo de la Juventud opositor a la ideología del régimen. Seguramente las ideas del Ateneo fueron la ideología que animó la Revolución.
Petición de principio (petitio principii)
La argumentación falaz conocida como petición de principio utiliza la argucia de poner entre las premisas la conclusión a la que supuestamente se quiere llegar; con ello, lo que se quiere demostrar está implícito en los antecedentes y no sólo en la conclusión. Por ejemplo:
Llega tarde, porque trae retraso. ¿Por qué trae retraso? porque no ha llegado a su hora.
Sócrates fue maestro de Platón y Jenofonte, porque éstos fueron discípulos de aquel.
Me gusta el coñac, porque es mi bebida favorita.
Está demostrado que la morfina produce sueño, puesto que se ha visto que es un narcótico.
Conclusión irrelevante (ignoratio elenchi)
Como su nombre lo indica, la conclusión irrelevante realiza una inferencia que no viene al caso desde las premisas con que cuenta; dicho de otra manera, las premisas pierden pertinencia o relevancia de acuerdo a lo que se concluye pues no hay relación con ellas. Por ejemplo:
- Demuéstrame lo que dices: que es inmoral tener relaciones sexuales siendo portador del VIH.
- Respuesta: Ya se ha demostrado que el VIH fue transmitido al hombre por el chimpancé. Por tanto, el Sida es producto de relaciones sexuales antinaturales.
Equívoco
Esta falacia utiliza tanto en las premisas como en la conclusión algunos términos del lenguaje que tienen dos o más significados, sin especificar cuál significado se está usando; lo que lleva a errores de sentido y confunde al interlocutor. Por ejemplo:
Dar el gasto es una obligación conyugal.
El amor se gastó.
El amor es una obligación conyugal.
Anfibología
La anfibología contiene más de un significado no sólo en alguno de sus términos, sino en la estructura de la proposición completa, sean premisas o conclusión; se trata igualmente de una argumentación que hace mal uso del lenguaje, lo cual le lleva a tener diferentes sentidos. Por ejemplo:
Todos han cometido alguna equivocación. Por tanto, hay una equivocación que todos han cometido.
Énfasis o acento
Esta falacia se comete cuando, a partir del énfasis o acento que se ponga en la expresión, se obtienen interpretaciones diferentes dejando en la ambigüedad lo que verdaderamente se quiso decir. Por ejemplo:
No es tan fácil vivir como morir sin dolor.
No, es tan fácil vivir como morir sin dolor.
No es tan fácil, vivir como morir sin dolor.
No es tan fácil vivir. como morir sin dolor.
Composición
En esta argumentación falaz se atribuyen las cualidades de las partes de un todo, al todo en su conjunto; se trata de una falsa generalización de las cualidades de los casos particulares al caso general. El error consiste en que el sentido atribuido o encontrado en algunos, se pasa al conjunto. Por ejemplo:
Toda acción bélica es racional, entonces la guerra es racional.
Todo franciscano es pobre, por tanto la orden Franciscana es pobre.
Si una copa de vino es provechosa, una botella aún mejor.
División
Es la contraparte de la falacia de composición, en ésta se aplican las cualidades del todo a cada una de las partes; se considera que si el conjunto al que pertenece algo tiene ciertas características, igualmente las tendrán sus partes. Lo cual es falso. Por ejemplo:
- La Cámara de Diputados es Honorable, luego cualquier diputado es honorable.
- La selección de Fútbol de Brasil es la mejor del mundo, por lo que su portero es el mejor del mundo.
Resumiendo. Buena parte del por qué las falacias nos parecen argumentaciones válidas es debido a que tienen regularmente una estructura premisas-conclusión, lo que nos hace suponer que existe relación entre ellas. Este es el elemento persuasivo, pero es precisamente en este punto que tales argumentos se convierten en falaces porque no hay una relación, ni necesaria ni de implicación, entre las premisas y su conclusión.
Con esta falta, las falacias ponen en el lugar de las razones otros elementos que no son pertinentes, ni vienen al caso, porque no tienen relación lógica. Conocer los diferentes tipos de falacias, sus características y los errores que incurren en la argumentación puede ayudar no sólo a no cometerlos sino también a identificarlos cuando otros los usen y, con ello, poder contrarrestarlos.
¿Cómo combatir las falacias?
Copi y Cohen nos indican también cómo evitar las falacias.
La comprensión de estos errores en que podemos caer y el desarrollo de la habilidad para analizarlos y nombrarlos puede sernos muy útil para evitar caer en ellos, requiere de una constante vigilancia intelectual. Tener conciencia de la flexibilidad del lenguaje y de la multiplicidad de sus usos nos ayudará a alejarnos de los usos expresivos del lenguaje cuando no son pertinentes. Conscientes de la multiplicidad de funciones del lenguaje, estaremos menos propensos a aceptar una exhortación emocional como si fuera un argumento válido para apoyar la verdad de una conclusión determinada o tratar de atacar al adversario como si con esto presentásemos un argumento contra sus puntos de vista. Para evitar las diferentes falacias de ambigüedad debemos tener presentes, con claridad, los diferentes significados de los términos.
Alternativamente y a manera de complementación, Alejandro Herrera y José Alfredo Torres en su libro Falacias, también nos ofrecen sus consideraciones para contrarrestar las falacias:
- Conocerlas para descubrirlas en los discursos, los regaños, las moralinas o los debates.
- Al comprenderlas replicarlas inteligentemente.
- Evitarlas nosotros mismos.
- Desarrollar la habilidad para reconocerlas y debatirlas, dialogar o confrontar.
Para enfrentar las falacias, podemos tomar en cuenta las siguientes indicaciones que describiremos paso a paso, mostrando el camino procedimental para desarrollar la habilidad lógica aplicada con que contrarrestarlas.
1. Si en términos generales las falacias son argumentos inválidos o incorrectos pero que parecen válidos y correctos; debemos primero tratar de reconocer o identificar el argumento. Formado éste por premisas y conclusión se verá evidenciado la mayor de las veces por palabras de enlace entre esos elementos. Debemos buscar en el lenguaje escrito u oral esos indicadores que nos señalan algún argumento; sea P premisas y C conclusión hay que poner atención en alguno de los siguientes indicadores: P en consecuencia C, P por lo tanto C, de P inferimos C, P luego C, P por lo cual C.
2. Debemos comprender en qué consiste el error lógico de las argumentaciones falaces. Cuál es la falla que las hace inválidas: la mala, irrelevante, no pertinente o nula relación de implicación inferencial entre las premisas y la conclusión, como en las falacias de atinencia; los inadecuados usos del lenguaje como son en las falacias de ambigüedad; algún esquema de estructuración ya probado como inválido, caso es en las falacias formales.
3. Las falacias sin embargo nos parecen "buenos argumentos". En este punto hay que buscar qué elemento extraño se ha puesto en lugar de dar razones.
4. Con las falacias informales de atinencia, por ejemplo, basta con mostrar esa falla o falta de implicación, a través de develar o establecer qué tipo de premisas presenta (la fuerza, la autoridad, la ignorancia, causas falsas, equívocos, emociones como la piedad, el temor o miedo u otros sentimientos), en lugar de dar razones para hacer valer la conclusión.
5. Específicamente con las falacias informales de ambigüedad, en las que un mal uso del lenguaje lleva a la ambigüedad y hace irrelevantes o multívocas la conclusión y las premisas, hay que poner atención en definir y clarificar los conceptos que intervienen en el argumento y que se están manejando con varios sentidos; o bien delimitar el sentido de una proposición para evitar confusiones y ambigüedades.
Resumen
Las falacias parecen argumentaciones válidas debido a que tienen una estructura premisas-conclusión, que nos hace suponer que existe relación entre ellas. Este es el elemento persuasivo, pero en una falacia, no hay una relación, ni necesaria, ni de implicación, entre las premisas y su conclusión.
Puesto que no siempre argumentamos correctamente, es menester reconocer los diversos factores externos o circunstanciales en que se da nuestra argumentación; así como los factores internos o lógicos de su desarrollo.
El reconocimiento de las características de las falacias y sus diferentes tipos nos dotan de elementos para combatirlas.
Aplicar nuestros conocimientos lógicos con prudencia y autodominio, nos permitirá desarrollar las habilidades lógicas aplicadas en la argumentación.
Actividad 11 dos ejemplos de argumentos que puedan ser falaces
Encuentra dos ejemplos de argumentos que puedan ser falaces en cada uno de los siguientes medios de comunicación: revistas, periódicos, internet y televisión. Identifica qué tipo de falacias son.
Actividad 12 Formulario Falacias
Revisa la información del sitio web y contesta el formulario según corresponda.
Mapa mental falacias para actividad 13
Actividad 13 Mapa mental tipos de falacias
Retoma la información que tienes en los mapas mentales sobre los tipos de falacia y menciona un ejemplo de cada una de éstas, son doce ejemplos de los más usados, estos doce ejemplos los puedes realizar en un mapa mental o cuadro sinóptico. Ejemplo: Petición de principio. “Yo tengo la razón, porque soy tu padre y los padres siempre tienen razón”.
U.N.A.M. (2006, 11 diciembre). Conocimientos Fundamentales. www.conocimientosfundamentales.unam.mx. http://www.conocimientosfundamentales.unam.mx/vol2/filosofia/anexo/t03/0303.html